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Silenciemos el ruido

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Las personas pueden regular y mejorar el sonido a su alrededor eligiendo intencionalmente enfocarse en algunas cosas más que en otras

En el mundo actual, estamos rodeados de ruidos, algunos de ellos agradables y útiles, y disponemos de tantos medios que podríamos llenar cada segundo de cada día con ruidos. Pero la vida también está llena de sonidos desagradables. Toda esa agitación nos deja sentimientos de estrés, ansiedad e inquietud, y luchamos por hallar un instante de silencio y, aunque lo encontremos, a menudo el ruido interior de nuestras preocupaciones nos perturba la existencia y nos llena de desasosiego.

Entonces, ¿cómo podemos silenciar el ruido?

Este es un ejemplo que quizá sea provechoso. El micrófono en el cual estoy hablando, está diseñado para amplificar el sonido, pero solo puede hacerlo si el ingeniero de sonido acciona los debidos botones reguladores mientras monitorea con cuidado los niveles de volumen y la entrada de otros sonidos que puedan afectar la nitidez de la transmisión o grabación. En otras palabras, el trabajo del ingeniero es controlar y realzar el sonido.


Un ingeniero de sonido hace un ajuste en la placa de sonido mientras regula y mejora el sonido. Las personas pueden regular y mejorar el sonido a su alrededor eligiendo intencionalmente centrarse en algunas cosas más que en otras. Foto: Oleksandr - stock.adobe.com
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Del mismo modo, nosotros podemos controlar y realzar los ruidos que nos rodean, centrándonos en ciertas cosas más que en otras. Al monitorear el ruido, ajustar el acople, y prestar atención a los niveles de volumen —tanto exteriores como interiores— logramos un cierto sentido de calma. Los ingenieros de sonido cuentan con piezas en sus consolas para regular el sonido; nosotros contamos con ayudas como la meditación y la oración. El silencio nos ofrece calma y nos da paz.

Hace unos cuantos años, un sabio líder religioso se refirió a la meditación como “el lenguaje del alma”, añadiendo que “es una forma de oración, y una de las puertas más secretas y sagradas por las cuales entrar a la presencia del Señor”.

La meditación y la oración nos ayudan a sentir la compañía de Dios y Su paz, aun en medio de un mundo ensordecedor. Hallar el tiempo para estar en calma y oír la voz de Dios requiere práctica y paciencia, pero puede ser un ejercicio revitalizador que pone en orden nuestras prioridades, enmudece la agitación, y nos acerca a lo divino.

Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)

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