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Compartamos nuestros talentos

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Dios tiene muchos dones para dar, cada uno adaptado a las necesidades y circunstancias de Sus muchos hijos

Si alguna vez ha estado en un show de talentos, habrá notado que algunos de ellos son más fáciles de percibir y de demostrar que otros. Los talentos más celebrados suelen ser los de canto, danza, o de artes visuales. Quienes se destacan en los deportes y en lo académico también son reconocidos, más alguien que carezca de tales habilidades, quizá llegue a la conclusión de que no es una persona talentosa.

Sin embargo, Dios tiene muchos dones para conceder de acuerdo con las necesidades de cada uno de Sus hijos. Salomón de la antigüedad era sabio; José de Egipto era presto a perdonar; e innumerables padres poseen el don de la paciencia. Algunas personas son buenas para organizar, enseñar, o para elevar el ánimo de los desconsolados. Quizá resulte difícil exhibir sobre un escenario la compasión, la honradez, la lealtad el optimismo o la capacidad de ser pacificadores, pero piense en cómo han influido en su vida quienes poseen y comparten tales dones.

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Un primer plano de algunas monedas antiguas. En la parábola de los talentos en la Biblia, el Señor confió a Sus siervos sumas de dinero, llamadas talentos. Elogió igualmente a aquellos que usaron y desarrollaron lo que Él les dio, ya fuera mucho o poco. Foto: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
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Quien sabe escuchar puede ayudar a alguien que está afligido. Una persona perseverante puede resolver problemas o realizar descubrimientos inimaginables, mientras que la capacidad de contener la indignación ha salvado muchas relaciones.

Cualesquiera sean nuestros talentos, rara vez nos llegan plenamente desarrollados. Los talentos crecen debido a la superación personal, aun cuando otras personas parezcan ser más talentosas. Por ejemplo, un jovencito se sintió desanimado al no recibir una buena nota por un dibujo hecho en la escuela, pero lo usó en una tarjeta de cumpleaños para su abuela, lo cual la hizo muy feliz.

En las palabras de la escritora inglesa Elizabeth Charles, “Los bosques serían muy silenciosos si en ellos se oyera solo a los pájaros que cantan mejor”.

Qué mundo tan lúgubre sería este si únicamente contribuyeran los más aptos. Todos nos favorecemos con la generosidad de cada alma, y no es necesario que seamos famosos para beneficiar a otras personas con los talentos o dones que Dios nos ha dado. En una conocida historia de la Biblia, el Señor da a sus siervos diferentes cantidades de monedas, llamadas talentos, y alabó a quienes, en vez de enterrarlos, usaron y aumentaron lo que Él les dio, ya fuera mucho o poco. Sean cuales sean los talentos que tengamos, podemos favorecer a mucha gente a nuestro alrededor, pero solo si los compartimos.

Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)


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