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Atención plena en el presente

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No hace mucho, un padre de mediana edad se tomó unas vacaciones con su familia. Recorrieron sitios históricos y visitaron impresionantes maravillas naturales. Ansioso por capturar cada momento del viaje, el padre se designó a sí mismo como el fotógrafo de la familia. A lo largo de las vacaciones se consumió con la toma de fotos. Más tarde, mientras miraba las fotos y hablaba con su familia, se sorprendió al descubrir que en realidad se había perdido muchos momentos importantes del viaje. Había tomado fotos de todo, pero había participado en mucho menos. De alguna manera, su preocupación por grabar cada momento le impedía disfrutar de esos momentos: habían pasado junto a él mientras enfocaba su lente en otro lugar.


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Podemos encontrar que los momentos especiales permanecen en nuestros corazones un poco más si estamos menos preocupados por cómo se verán en la cámara, o en una publicación en las redes sociales
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Ahora, por supuesto, no hay nada de malo en tomar fotos para recordar eventos especiales. Las fotos son a menudo el mejor y más preciado registro de esos momentos. Pero podemos encontrar que los momentos permanecen en nuestros corazones un poco más si estamos menos preocupados por cómo se verán en la cámara, o en una publicación en las redes sociales. Podemos perder la esencia de una experiencia si estamos más preocupados por grabarla que por participar en ella.

Los psicólogos llaman a esto atención plena, el esfuerzo consciente de participar en los momentos presentes de nuestras vidas: disfrutar de una conversación, saborear una comida, devorar un libro o concentrarse en una tarea. Estos momentos pasan tan rápido, y algunos de ellos pueden no volver a ocurrir nunca más. No podemos revivirlos más tarde, no importa cuán buena sea la fotografía que tomemos. Pero podemos liberarnos de las distracciones, enfocando nuestra mente y corazón en cada momento significativo a medida que sucede. A medida que lo hagamos, nos encontraremos mejor preparados para el próximo momento precioso que merece toda nuestra atención.

El poema de Henry Wadsworth Longfellow "Un salmo de vida" captura bien el poder del presente:

¡No confíes en el futuro, aunque sea agradable!
¡Que el pasado muerto entierre a sus muertos!
¡Actúa, actúa en el Presente vivo!
¡Corazón interior, y Dios en la mente!

Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)

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